miércoles, abril 13, 2005

Intolerancia

(2005-04-13)

Existen personas quienes consideran que cuando el trabajo de un periodista es crítico, ataca. Y, por el contrario, ejerce su profesión al elogiar sus querencias.
Me ha sucedido en los últimos días, con algunos lectores, entre ellos incluso amigos con militancia partidista en la izquierda.
Sorprenden sus reacciones, sobre todo porque varios de ellos se han quejado en años anteriores de la intransigencia de quienes han detentado el poder.
Pero hoy, en medio de la polarización social por el asunto del desafuero, muestran su intolerancia frente a posiciones contrarias a la suya, simple y sencillamente porque ejerzo la crítica y una posición, no contra Andrés Manuel López Obrador, sino una censura a la forma como actúa desde el poder.
Estos lectores y amigos, recuerdo que, por el contrario, se han quedado callados cuando he criticado la forma cómo Santiago Creel y Fernando Aboitiz rebasaron los gastos de campaña y, por tanto, la ilegalidad de sus actuaciones cuando uno pretende ser candidato presidencial y el otro despacha en la delegación Miguel Hidalgo.
Tampoco han aparecido cuando he criticado la forma de hacer política en el PRI y sobre Roberto Madrazo. Mucho menos la cantidad de cuestionamientos a la forma de gobernar de Vicente Fox o a las veleidades de su esposa Marta Sahagún; mucho menos las reprobaciones a Carlos Salinas o Ernesto Zedillo.
El periodismo es una profesión de interés público. Debe ser un contrapeso al gobernante en beneficio de la sociedad; debe ser un dique que frene los excesos de quienes detentan el poder público.
Quienes opinamos no estamos exentos de equivocar nuestras apreciaciones. Por eso firmamos nuestros artículos y nos hacemos responsables de lo que decimos. Estamos expuestos en no pocas ocasiones a ser llamados ante la autoridad por presuntas calumnias o difamaciones.
Pero de lo que sí debemos estar exentos es de tomar partido por posiciones personales, no ideológicas, aclaro, porque entonces nos convertimos en propagandistas.
Y si me preguntan estos lectores y amigos a quienes les gana la emoción, considero que ni Andrés Manuel López Obrador en el PRD, ni Santiago Creel en el PAN y mucho menos Roberto Madrazo en el PRI me parecen las figuras políticas idóneas para dirigir el destino del país a partir del próximo año.
Quiero recordar algo que escribí el 24 de diciembre pasado:
“¿Cómo debe ser el hombre o mujer que tendrá la alta responsabilidad de dirigir el destino económico-político-social de este país durante los seis años siguientes, cuando atravesemos el misterioso umbral de los años 10 (1810-1910-2010) que muchos esperan con gran inquietud?
“Roto el sistema político surgido de la llamada Revolución Mexicana, donde el poder se dirimía al interior del propio partido en el poder, cualquiera de los políticos que se encuentra en la primera línea considera tener las suficientes capacidades y merecimientos para ocupar la silla presidencial, aunque su vida política haya sido corta hasta el momento.
“Sin embargo, de acuerdo con lo manifestado hasta ahora, todos y cada uno de los que se acercan a la línea de partida se han distinguido por ser personajes cuyos proyectos políticos se basan en la inmediatez, en la propuesta fácil, en el acarreo de simpatías más que de convicciones, en la conquista fácil del voto como fin último, a costa de lo que sea, sean mentiras, dinero o alianzas oscuras; encabezan, a fin de cuentas, proyectos de grupo pero no de nación. Se miran como eje, no al país.
“Hoy mismo la transición a la democracia se encuentra débil y sin rumbo porque ninguno de los actores políticos, sociales y económicos ha estado a la altura de las expectativas. Cada uno ha mirado a su alrededor y es producto de la cortedad de su vista. No ven más allá.
“Sin embargo, lo que realmente necesita el país en estos momentos de desconcierto generalizado, donde han campeado la avidez por la mesura o la intransigencia en lugar del acuerdo, es tener en la Presidencia de la República a un hombre o mujer con miras superiores, a un personaje cuyo proyecto tenga la vista puesta en lo importante y a la vez urgente, no en lo inmediato.
“Es decir, lo que México necesita es a un verdadero estadista que ponga en relieve las piezas que le permitan al país aterrizar en la democracia, a partir del desmantelamiento total del viejo régimen y la consolidación de nuevas reglas, ya que actualmente nos encontramos con una situación ambigua, de enormes riesgos para la gobernabilidad y de continuidad, que deben evitarse antes del surgimiento de situaciones extremas que amenacen el orden institucional, y la única oportunidad de hacerlo es avanzar de manera decisiva en las reformas del Estado.
“Para darle rumbo, sin duda, es necesario alguien que mire más allá de sus intereses particulares o de grupo. La pregunta es: ¿Quién?
“En estos momentos existe en el horizonte cerca de una veintena de aspirantes y cada uno de ellos dice ser el mejor. Pero la pregunta nuevamente es ¿quién tendrá visión de estadista, quién?
“Y si me preguntan, de manera muy personal, afirmo que de entre ellos, ninguno”.
Sin embargo, existen mexicanos capaces, inteligentes, verdaderos estadistas. Una lástima es que no se encuentran en esa primera línea de partida.
Una lástima también es voltear y encontrar que la llamada “izquierda” es más intolerante, incluso, que la propia derecha.

renatoconsuegra@yahoo.com.mx

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